Diciembre 27
Dejen que la zarza ardiente esté donde ustedes se encuentran, para que entren a un nuevo nivel de santidad para el Señor. Algunos de ustedes simplemente han olvidado su verdadera naturaleza como seres ardientes. Recuerden que en su esencia verdadera, ustedes son la luz de Dios manifestada a un mundo. Y a través del fuego que Dios incrustó en su llama trina, tienen acceso a su totalidad, a su esencia, a su seidad verdadera.
Sí, ¡Dios es un fuego consumidor! ¿Y qué es consumido en el fuego de Dios? Es su naturaleza inferior, el tú que no eres tú, al que han alojado una y otra vez, y que no hace nada por ustedes en el destino último de su alma como fuego espiritual, en la consecución de su deseo más elevado.
Pues incluso el deseo es un aspecto del fuego de Dios. Porque cuando desean verdaderamente con un ideal puro de Dios lo que es virtuoso y mejor para su alma, entran en el fuego de Dios, porque Dios es fuego puro, es deseo puro. Y el hecho de que Dios los engendrara, de que Dios los diera a luz, en el principio fue con el propósito de que se encendieran como seres conscientes en Dios a través de una realidad nacida de su experiencia al avanzar hacia la perfección de su voluntad, sabiduría y amor.
— Zaratustra, Luz en el Sendero